OFF LIMITS 2025: Ni la lluvia puede con el espíritu anarquista mexicano!

Ya pasó tiempo suficiente desde última edición del Off-limits, tiempo necesario para curar la cruda, recuperar horas de sueño y asimilar todo lo que vivimos.

Este año el festival se armó en el Salón Gran Forum, a unos 10 minutos del metro Taxqueña, y por primera vez fue al aire libre. Y sí, nos llovió —pero como en la vida, cada quien cuenta cómo le fue. Si te fuiste a esconder del aguacero, capaz te arruinó un poco la experiencia, pero quienes nos quedamos pegados a los escenarios sabemos que la lluvia solo le sumó al desmadre.

El set de Weekend Nachos bajo el diluvio fue épico, y el movimiento no paró con Buck-O-Nine mientras caía el agua. Así que menos choro, vámonos directo a la reseña del Offlimits 2025.

Cartelote

Una cosa que siempre se le aplaude al festival es la puntualidad, y esta edición no fue la excepción. Al mediodía en punto, Con Saña abrió hostilidades con su hardcore/thrash de la CDMX. Veinte minutos de pura furia que empezaron a calentar el ambiente.

Este año se estrenó el formato de escenarios gemelos, un acierto total: la música no paraba, terminaba una banda y en chinga arrancaba la otra. Claro, eso también te obligaba a perderte algún acto si querías comer o ir por una chela, pero bueno, eso pasa en todo fest, ni modo.

Después siguió Nocaut, hardcore capitalino que se rifó abriendo el segundo escenario. Se notaba la emoción de tocar su primer Offlimits; la gente les respondió con los primeros karatazos del día.

Satón tomó el relevo con un set hipnótico de 25 minutos —quien los haya visto sabe que en vivo son otro pedo. Fue su presentación previa al Anti-Muros Fest en Tijuana. Luego llegó Truth Be Told desde Mexicali, con un hardcore bien directo que encendió el pit en serio.

A eso de la 1:30, el sol pegaba duro, aunque ya se asomaban nubes sospechosas. El momento ideal para escuchar a Los Monjo, rock basura desde Guadalajara. Siempre un placer verlos; ojalá su set hubiera durado más. Si alguna vez se topan un show suyo, no lo duden: vayan, y disfruten.


A las 2 en punto arrancó Violencia, y la locura subió de nivel. Ya los habíamos visto en la pre-fiesta y, sin duda, son de lo mejor que tiene la escena nacional hoy. Coincido con varios: debieron tocar más tarde, quizá antes de los Weekend Nachos, para mantener esa doble dosis de intensidad.


Desde Guadalajara también llegó Mess, trayendo su punk y Oi! justo 1 semana antes de abrirle a The Adicts en la CDMX. Otra joya tapatía para tener en el radar.


Mientras Ignite tocaba, aproveché para comer, comprar merch y echarme una vuelta al baño. Ya los había visto en la pre-fiesta y se rifaron, pero alguien tiene que comer, ¿no?
La zona de comida estaba al fondo: tacos y hamburguesas (con opción vegana). Me pedí tres tacos por $100, bien servidos y con salsas chidas. Cerca de ahí estaban los puestos de merch, con material de las bandas y la playera oficial del fest. También había un carrito de paletas y, del lado izquierdo a los escenarios, la barra. Te cobraban $30 por el vaso reutilizable; al final decidías si lo regresabas o te lo quedabas de recuerdo. Punto extra: el lugar tenía baños propios, además de los Sanirent, lo cual fue un paro total (aunque también ayudó que este año no se atascó tanto de gente).

Ya bien comido e hidratado, regresé al frente para ver a los colombianos Poison The Preacher, que dieron uno de los sets más prendidos del día. Su thrash/hardcore crossover estuvo brutal; imposible quedarse quieto.


Luego tocó Suicidas, punk desde Barcelona y Viena. Se notaba que mucha banda los esperaba: media hora de puro caos y energía, todos coreando sin parar.


El cielo se nublaba cada vez más, pero nadie aflojaba. Desde Filadelfia llegó Catbite, con su ska melódico, bailable y buen pedo. Fue justo ahí cuando empezaron a caer las primeras gotas.


De Boston vinieron los Death Before Dishonor, y con ellos se soltó la lluvia en serio. Ahí se dividió la gente: los que se refugiaron y los que se quedaron al frente sin miedo al agua. Los gringos intentaban animar a todos, pero solo los tercos (como debe ser) siguieron en el pit.


También desde Boston, The Hope Conspiracy mantuvo la intensidad, aunque la lluvia sí bajó un poco el ánimo de algunos. Aun así, los que resistieron no pararon de armar el slam.


Después vino Ringworm, metalcore de Cleveland. Tremendo show, pura potencia, aunque la lluvia arreciaba otra vez. La banda y el público entregados hasta el final.


Y entonces llegó el turno de Weekend Nachos, uno de los actos más esperados. Llueve a cántaros, la banda suelta sus madrazos sónicos y el caos es total. John Hoffman pidió que tiraran la barricada y subieran al escenario (nadie se animó, pero fue cagado ver al Sr. Banano ahí arriba). Ojalá vuelvan pronto para una fecha en solitario.


Con la lluvia ya bajando un poco, Buck-O-Nine puso a todos a bailar con su ska punk. Uno de los sets más divertidos del festival: el contraste entre los que brincaban bajo el agua y los que se quedaban quietos bajo techo era todo un espectáculo.


Después llegaron los Burning Heads de Francia, seguidos por Pulley, quienes tuvieron uno de los momentos más coreados del día. Para entonces, la lluvia ya se despedía.

 
El cierre del bloque pesado corrió a cargo de E-Town Concrete, con una descarga brutal, aunque ya se notaba el cansancio general.


A las 9:50 pm, el momento más esperado: T.S.O.L. por fin en México. “Solo nos tomó 47 años llegar”, dijo Jack Grisham al arrancar. Y sí, valió totalmente la espera. Verlos en vivo fue un lujo; pura historia del punk sobre el escenario.


Para cerrar, Hot Water Music dio un set sólido y entregado, aunque muchos ya se habían ido tras T.S.O.L.

Personalmente, creo que otra banda pudo haber cerrado mejor, y sí se extrañó algo de grind, crust o más powerviolence en el cartel. Pero fuera de eso, la séptima edición del Offlimits fue impecable: sin contratiempos, sin broncas, puro goce.

Como dije al principio, cada quien vivió su versión del fest. El clima fue lo único fuera de control, pero ya se sabía y la organización lo avisó. Uno tiene que ir preparado para lo que venga.

En resumen: Offlimits 2025 estuvo de huevos. Bandas chingonas, raza rifada, buen ambiente y mucha camaradería. DIY real, sin poses. Ya queremos ver qué nos prepara el Offlimits 2026.
Desde el Infierno levantamos nuestros tarros ensangrentrados y decimos HALELUYA OFF LIMITS!!!!!!!

Fotos: Dante

Crónica: Ivan

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